La depresión y la ansiedad acechan detrás de las personas que desconectadas de sí mismas persiguen modelos exigentes que no les hacen felices. Hoy sabemos que la humildad es una fortaleza: nos sentimos mejor si no necesitamos buscar la atención de los demás, ni estar mostrando los logros para ser admirados o respetados. La modestia, no es una debilidad sino el pasaporte a la serenidad y una ventana abierta hacia la auténtica conexión con uno mismo.