Antes había muchos juegos de niñas: el corro de la patata, la comba, la rayuela…, y ahora en los patios hay muchas niñas que no están jugando a nada, que no tienen donde hacerlo. Aunque pueda parecer baladí, las niñas están aprendiendo «que el espacio no es suyo, que no son las protagonistas del mismo y que tienen que dejarlo a ellos porque lo que hacen no tiene valor para la escuela y de sus juegos no habla nadie.